4.8.10

Al final del laberinto

Cómo se siente soñar con alguien que murió hace tiempo? Bueno, pareciera como si tu mente se abriera a todos los recuerdos de aquella persona para reconstruir una especie de holograma, como si por un momento sólo un momento tuviésemos la oportunidad de que nuestros mundos o vaya saber uno, se crucen para encontrarnos y volver a sentirlos cerca.



Anoche, después de años, soñé con él, con el Rubio que Baila.
Estaba dentro de un gran salón que a su vez dentro de él había pasillos largos con paredes de enredaderas como si fuese un laberinto. Donde finalizaba esta especie de laberinto se encontraba un escenario vacío, donde estaban paradas todas las personas; se iba a celebrar algo como Navidad, todos estábamos elegantes. Veo que entre las personas estaban los padres de él, tal como los recordaba, y en un momento cuando dirijo mi mirada hacia el laberinto, del otro extremo del salón veo entrar a alguien que llega tarde, como si no se lo estaba esperando, simplemente aparece, a medida que va avanzando se va poniendo el saco del smoking (pantalón negro, camisa blanca sin corbata), y su cara se ve borrosa, hasta que llega a donde están sus padres y lo veo, era él.
Me ve, y no hay duda de que es él: su piel blanca, su pelo enmarañado, sus ojos azules, azules profundo mirándome fijo, su sonrisa hermosa. Cuando se me está acercando, me empiezo a alterar, no lo puedo creer, es una broma, no puede ser posible,  salgo corriendo hacia el laberinto, él me sigue, me grita, es su voz, su voz tal cual la recuerdo, me detengo y se acerca, pero por algún motivo no me toca y sin embargo lo siento cerca, no recuerdo las palabras exactas, me dice que todo va a estar bien que él ahora se tiene que ir, que no me preocupe, y yo no entendía no entendía por qué se apareció así nomás un rato para después volver a irse y nunca más aparecer. Me dijo que no llorara, “no llores negrita”. Y se fue.
A la mañana siguiente no desperté tiste ni angustiada, sentí como si él se hubiese aparecido en mi sueño para vernos una vez más. 


Y a veces no importa cuánto tiempo pase me sigo preguntando, y probablemente hay cosas en la vida que están destinadas a suceder, sea lo que sea ya pasó, estaba destinada a conocer a El Rubio que Baila, enamorarnos mientras él ya estaba destinado a morir en un accidente de tránsito. Más allá de todo, las cosas a veces inconclusas son las inolvidables, porque tienen ese toque de "lo que nunca ha sido" que las hace mantener intactas, puras e inalterables con el paso del tiempo.

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